lunes, 31 de agosto de 2009

Rechifla a "Por Ti" en el Auditorio Nacional

miren este articulo en www.proceso.com.mx por Juan Pablo Proal

Rechifla a “Por ti” en el Auditorio Nacional
JUAN PABLO PROAL


México, D.F., 30 de agosto (apro).- El público de Óscar Chávez tal vez jamás imaginó llegar a abuchear a “Por ti”, el tema clásico del trovador, pero lo hizo. La rechifla no fue dirigida contra el “Caifán Mayor”, sino hacia el tamaulipeco Jaime López, quien se “atrevió” a cantar uno de los himnos de la generación del 68 a ritmo de rock, con gritos y aullidos incluidos.

El concierto anual de Óscar Chávez en el Auditorio Nacional derivó en una confrontación entre el fiel auditorio enamorado de los boleros y los dispersos admiradores de uno de los pilares del rock rupestre mexicano.

Al inicio de “Dos tipos Descuidados”, como fue titulado el espectáculo, no hubo señal que anticipara la tensión que enmarcaría la noche del sábado pasado. Óscar Chávez fue recibido en el recinto con ovación, piropos y albures. El público aplaudió también al invitado especial, quizá esperando que fuera eso, sólo un invitado y no metiera manos en el repertorio clásico del trovador ni le robara mucho tiempo. No fue así.


Semanas antes del concierto, Óscar Chávez confesó a Proceso su nerviosismo por el resultado de la fusión. “¿A qué sonará el dueto Óscar Chávez-Jaime López?”, se le cuestionó. “Esa es la pregunta que nos hacemos todos. Los primeros en preguntárnoslas somos Jaime y yo”, respondió. En términos musicales, el dúo logró conjuntarse. Incluso fue aplaudido, pero sólo en las primeras canciones. Después se desataría la cólera.
*Casi como cada año


Pasan de las siete de la noche, último sábado de agosto. En la ciudad de México la lluvia había dejado sabor a frescura. Los vendedores de piratería acomodan su mercancía. Conciertos inéditos de Óscar Chávez por 50 pesos, la discografía completa por 80 y caballitos tequileros por 20.

Merodean en los puestos los esposos Margarita Sánchez y Gustavo Martínez. Ella es enfermera y él comerciante. Ambos rondan los sesenta años. Desde hace cuatro acuden al Auditorio Nacional a ver a Óscar Chávez. El año pasado presenciaron el concierto con la Sonora Santanera y esperan divertirse con el invitado de esta ocasión, aunque reconocen que nunca lo han oído.
En la indumentaria de los asistentes desfilan sombreros de copa, morrales, camisolas tejidas a mano con motivos indígenas, playeras con la imagen del subcomandante Marcos, huaraches, monos de Ríus, bastones, bufandas, chamarras de pana y de piel. “Puros viejitos” le dice una mujer encorvada y con bastón a otra de chinos blancos. No tiene razón. También hay treintañeros, universitarios y adolescentes.


María Ortega y Cuauhtémoc Islas tienen 16 años. El abuelo de ella trabajó en una oficina de la UNAM responsable del enlace con los Juegos Olímpicos de 1968, respaldó al movimiento estudiantil que masacrara Luis Echeverría el 2 de Octubre. Él es fanático de los boleros y la música antigua.
Un día, en las aulas del plantel 9 de la Escuela Nacional Preparatoria, María escuchó en los audífonos del Ipod de Cuauhtémoc a Óscar Chávez. “¡También te gusta!”, confesó enamorándose. Con “Por ti” inició su relación.


Tercera llamada. En la zona de comida rápida un barrigón devora su hot dog. Una mujer se empina un vaso de cerveza de 50 pesos. El resto se compacta y abarrota las entradas. El recinto está ocupado en un 80 por ciento.
La escenografía está conformada por dos mesas cuadradas forradas con un mantel rojo. Un mesero da vueltas por la tarima de la cantina “La Cruda Realidad”. Del lado derecho descansa un acordeón, una guitarra eléctrica, un bajo. Al centro una batería. Del lado izquierdo jaranas, arpas, guitarras acústicas. “Los Norteaos Band” de Jaime López, a la izquierda.”Los Morales” de Óscar Chávez, a la derecha.


Sale Óscar Chávez, vestido con camisa negra y pantalones del mismo color. Peinado de cola de caballo. “¡Papacito!”, grita una voz femenina al hombre de 74 años. “¡Hazme un hijo!”, le sigue otra. Varios lo reciben de pie. “El Caifán Mayor”, escueto, da las buenas noches y presenta a Jaime López. Suenan aplausos eufóricos.
Óscar inicia el concierto con canciones populares de los estados de Guerrero y Veracruz. Temas antiguos de la época de Benito Juárez. Boleros. “Doña Fernanda”, una de sus más conocidas. “Los Morales” rasgan las cuerdas con velocidad comparable con el G3 y Chamín Correa. Con una voz que parece idéntica a los discos de hace treinta años, “El Caifán Mayor” toca también “El Negro”, “El Buscapiés” y “El Borracho”.


Los boleros fluyen. El público se contonea sobre las sillas, aplaude, canta los temas clásicos y acoge los desconocidos, entre los que se encuentran viejas canciones a Pancho Villa.

Óscar Chávez sale del escenario y entra Jaime López. Quienes lo reconocen le piden “Sácalo” y “Desde mi Motocicleta”. “Te tardaste en venir”, grita uno.
Entra con una balada rock: “A la orilla de la carretera”. Tres viejos barbados, uno de ellos con boina, mueven su cabeza al ritmo de la letra. Se incorpora Óscar Chávez con “Doroteo”, tema de López en honor, también, a Pancho Villa. El anfitrión no es tan veloz con las palabras como López y se traba al leer algunas estrofas.


El acordeón marca el ritmo de “Tu Maldición”, con aire a bandas norteñas. Jaime comienza a gritar trabalenguas que sólo él entiende. Óscar habla la letra. “Los Norteaos Band” fusionan música que parece pasito duranguense con rock. El público cierra de pie la primera parte del concierto. En los baños de hombres el comentario común es que eso fue todo por parte de López: “Ahora sí: ¡Macondo!”.
*Quiten a ese loco


Los tragones vuelven a englutir la comida chatarra ofrecida por la cafetería del Auditorio Nacional. Con el paladar con sabor a salsa catsup algunos regresan a encontrarse con Chávez. Pero no, ahí sigue Jaime López.
En un cálculo inexacto, podría decirse que por cada diez espectadores, uno o dos demostraba entusiasmo porque el invitado continuara.


López está vestido de negro. Ya no trae puesto el traje de vocalista de banda grupera. Toma su guitarra y dice: “Óscar aquí dejaste unas rolas, ¿nos la echamos?”. Parece que en el programa estaba calculado que Jaime López cantara unos temas del “Caifán”. Elige “Por ti”.

Canta el tema de amor a gritos, con cambios bruscos de tono en su típica voz ronca, norteña. “Echó a perder la canción”, se indigna una joven con playera del EZLN. El público se une en una rechifla casi generalizada. Unos pocos intentan acallarlos con aplausos. Todas las estrofas transcurren entre abucheos y pocas alabanzas.

“¡Fuera-fuera-fuera-queremos a Óscar-queremos a Óscar-queremos a Óscar!”, es el coro. Regresa Chávez, pero para interpretar más temas de López. Cantan “Ay Inés”, “Por los arrabales”, “Por cigarros a Hong Kong”. Se va, otra vez, Óscar. Permanece Jaime.
De brazos cruzados, con manotazos, con la cabeza moviéndose en señal de desaprobación. Así está el público de Óscar. Silban con desesperación. “Quiten a ese loco”, exclama una anciana.


López intenta callarlos: “Ahorita viene Óscar”. Y baila en el escenario como si no le afectara la rechifla. Sostiene la sonrisa pícara que siempre acompaña a sus versos-trabalenguas y da pie a “La Chilanga Banda” un tema de su autoría que popularizó Café Tacuva. La desaprobación es aún mayor, lo tratan como a un plagiario o como a un cantante de cóvers.

“Danzando de arribabajo, ahí va la Chilanga Banda, chin chin si me la recuerdan, carcaaaaachaaaa y se les retachaaaa”, grita Jaime, las cuerdas vocales le saltan de la garganta. Con su mano derecha hace el ademán equivalente a “chinguen a su madre”. Y exclama: “¡México, creo en Mí!”. Los menos, se levantan a ovacionarlo. Los más, se muestran aliviados.
“Ya no invites a más locos”, le piden a Chávez, quien regresa con desenfado, como si no hubiera escuchado lo que pasó.


Deja de lado los temas que nadie conoce e interpreta los boleros típicos de su repertorio, que le hicieran consolidarse como el máximo exponente de la canción de protesta en México en los tiempos en que abarrotaban las peñas chilenas Víctor Jara y Violeta Parra.

Canta “Por ti”, antes agradeciendo a Jaime López su versión: “Aunque no les guste”. La canción es una voz entre el público y el artista.
Anuncia otra de sus clásicas en el repertorio: “Macondo”. Invita a los músicos que participaron a incorporarse a “Los Morales”, incluye a Jaime López. Todos regresan menos el tamaulipeco, aunque tendrá que hacerlo en octubre próximo, cuando "Dos Tipos Descuidados” se presenten en el Festival Internacional Cervantino.


fijense en el 6to o 7mo parrafo. me mencionan en este parrafo, Cuauhtemoc, y fui con mi novia. jaja namas aclaro que Maria no se llama mi novia, se llama Monica. jajaja

fui al concierto y la neta no funciono la combinacion juju

1 comentario:

La clase del Sr. Jones dijo...

En el sitio de nuestra clase, acabamos de publicar un artículo entitulado ¡2 de octubre no se olvida! que conmemora este triste y terrible recuerdo a través de 5 canciones relacionadas con este importante suceso en la historia de México (una de Óscar Chávez). Te invitamos a que lo leas y que nos dejes tus reflexiones personales en los comentarios para que podamos entenderlo más a fondo. Además, nos interesa distribuir el artículo, entonces si te gustaría publicarlo en tu blog, déjanos saber. ¡Gracias!

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