"El Pájaro Azul"
Rubén Dario
París es teatro divertido y terrible. Entre los concurrentes al Café Plombier, buenos y decididos muchachos –pintores, escultores, escritores, poetas; si, ¡todos buscando el viejo laurel verde!- ninguno más querido que aquel pobre Garcín, triste casi siempre, buen bebedor de ajenjo, soñador que nunca se emborrachaba, y, como bohemio intachable, bravo improvisador.
En el cuartucho destartalado de nuestras alegres reuniones, guardaba el yeso de las paredes, entre los esbozos y rasgos de futuros Delacroix, versos, estrofas enteras escritas en la letra echada y gruesa de nuestro pájaro azul.
El pájaro azul era el pobre Garcín. ¿No sabéis por qué se llamaba así? Nosotros le bautizamos con ese nombre.
Ello no fue un simple capricho. Aquel excelente muchacho tenía el vino triste. Cuando le preguntábamos por qué, cuando todos reíamos como insensatos o como chicuelos, él arrugaba el ceño y miraba fijamente el cielo raso, y nos respondía sonriendo con cierta amargura:
- Camaradas: habéis de saber que tengo un pájaro azul en el cerebro; por consiguiente...
Sucedía también que gustaba de ir a las campiñas nuevas, al entrar la primavera. El aire del bosque hacía bien a sus pulmones, según nos decía el poeta.
De sus excursiones solía traer ramos de violetas y gruesos cuadernillos de madrigales, escritos al ruido de las hojas y bajo el ancho cielo sin nubes. Las violetas eran para Niní, su vecina, una muchacha fresca y rosada, que tenía los ojos muy azules.
Los versos eran para nosotros. Nosotros los leíamos y los aplaudíamos. Todos teníamos una alabanza para Garcín. Era un ingenio que debía brillar. El tiempo vendría. ¡Oh, el pájaro azul volaría muy alto! ¡Bravo! ¡Bien! ¡Eh, mozo, más ajeno!
Principios de Garcín:
De las flores, las lindas campánulas.
Entre las piedras preciosas, el zafiro
De las inmensidades, el cielo y el amor; es decir, las pupilas de Niní.
Y repetía el poeta: Creo que siempre es preferible la neurosis a la estupidez.
A veces Garcín estaba más triste que de costumbre.
Andaba por los bulevares; veía pasar indiferente los lujosos carruajes, los elegantes, las hermosas mujeres. Frente al escaparate de un joyero sonreía; pero cuando pasaba cerca de un almacén de libros, se llegaba a las vidrieras, husmeaba y, al ver las lujosas ediciones, se declaraba decididamente envidioso, arrugaba la frente; para desahogarse, volvía el rostro hacía el cielo y suspiraba. Corría al café en busca de nosotros, conmovido, exaltado, pedía un vaso de ajenjo, y nos decía:
- Si dentro de la jaula de mi cerebro está preso un pájaro azul que quiere su libertad...
Hubo algunos que llegaron a creer en un descalabro de razón.
Un día recibió de su padre, un viejo provinciano de Normandía, comerciante en trapos, una carta que decía lo siguiente, poco más o menos:
“Sé tus locuras en París. Mientras permanezcas de ese modo, no tendrás de mí un solo sou. Ven a llevar los libros de mi almacén, y cuando hayas quemado, gandul, tus manuscritos de tonterías, tendrás mi dinero.”
Esta carta se leyó en el Café Plombier.
- ¿Y te irás?
- ¿ No te irás?
- ¿Aceptas?
- ¿Desdeñas?
¡Bravo, Garcín! Rompió la carta, y soltando el trapo a la vena, improvisó unas cuantas estrofas, que acababan, si mal no recuerdo:
¡Si, seré siempre un gandul,
lo cual aplaudo y celebro,
mientras sea mi cerebro
jaula del pájaro azul!
Desde entonces Garcín cambió de carácter, se volvió charlador, se dio un baño de alegría, compró levita nueva y comenzó un poema en tercetos, titulado, pues es claro: “El pájaro azul”.
Cada noche se leía en nuestra tertulia algo nuevo de la obra. Aquello era excelente, sublime, disparatado.
Allí había un cielo muy hermoso, una campiña muy fresca, países brotados como por la magia del pincel de Corot, rostros de niños asomados entre flores, los ojos de Niní húmedos y grandes; y por añadidura, el buen Dios que envía volando, volando, sobre todo aquello, un pájaro azul que, sin saber cómo ni cuándo, anida dentro del cerebro del poeta, en donde queda aprisionado. Cuando el pájaro quiere volar y abre las alas y se da contra las paredes del cráneo, se alzan los ojos al cielo, se arruga la frente y se bebe ajenjo con poco agua, fumando además, por remate, un cigarrillo de papel.
He ahí el poema.
Una noche llegó Garcín riendo mucho y, sin embargo, muy triste.
La bella vecina había sido conducida al cementerio.
-¡ Una noticia! ¡Una noticia! Canto último de mi poema, Niní ha muerto. Viene la primavera y Niní se va. Ahorro de violetas para la campiña. Ahora falta del epílogo del poema. Los editores no se dignan siquiera leer mis versos. Vosotros muy pronto tendréis que dispersaros. Ley del tiempo. El epílogo debe de titularse así: “De cómo el pájaro azul alza el vuelo al cielo azul”.
¡Plena primavera! ¡Los árboles florecidos, las nubes rosadas en el alba y pálidas por la tarde; el aire suave que mueve las hojas y hace aletear las cintas de paja con especial ruido! Garcín no ha ido al campo.
Hele ahí, viene con traje nuevo, a nuestro amado Café Plombier, pálido, con una sonrisa triste.
- ¡Amigos míos, un abrazo! Abrazadme todos, así, fuerte; decidme adiós, con todo el corazón, con toda el alma... El pájaro azul vuela.
Y el pobre Garcín lloró, nos estrechó, nos apretó las manos con todas sus fuerzas y se fue.
Todos dijimos:
- Garcín, el hijo pródigo, busca a su padre, el viejo normando.
¡Musas, adiós; adiós, gracias! ¡Nuestro poeta se decide a medir trapos! ¡Eh! ¡Una copa por Garcín!
Pálidos, asustados, entristecidos, al día siguiente todos los parroquianos del Café Plombier, que metíamos tanta bulla en aquel cuartucho destartalado, nos hallábamos en la habitación de Garcín. El estaba en su lecho, sobre las sábanas ensangrentadas, con el cráneo roto de un balazo. Sobre la almohada había fragmentos de masa cerebral... ¡Horrible!
Cuando, repuestos de la impresión, pudimos llorar ante el cadáver de nuestro amigo, encontramos que tenía consigo el famosos poema. En la última página había escritas estas palabras:
“Hoy, en plena primavera, dejo abierta la puerta de la jaula al pobre pájaro azul”.
¡Ay, Garcín, cuántos llevan en el cerebro tu misma enfermedad!.Bien, ya leimos dos cuentos de Rubén Dario, escritor nicaragüense de finales del siglo XIX y principios del XX.
Pero... ¿para que compartir estos dos cuentos cortos? Si recuerdan en la primera parte de la entrada, yo soy estudiante de preparatoria y estoy en el último año y estoy en área 4: humanidades y artes. Y a cada rato me dicen que para que me meti ahi que no se que.
Pues citaré lo que nos dijo mi maestra de Literatura Mexicana e Hispanoamericana, Aida Daniela Navarro Maycott de la Escuela Nacional Preparatoria aunque no exactamente igual pues fue un genial momento de espontaneidad.
"Muchos creen que el arte no sirve. Pues si nos ponemos a pensar el arte no tiene un uso utilitario.
¿Pero quien se resiste a colgar un bonito cuadro en la pared, a tener una bella vajilla, a adornar los muebles con un bonito cojin, a sentarse a escuchar música, a arreglarse su traje con una bella corbata? Obviamente esos objetos tienen un diseño para que a la gente le agrade,les atraiga y estos fueron hechos por artistas. Es un sencillo ejemplo.
El arte es parte de nosotros, una forma de expresión de diferentes formas. Quien no entiende el arte realmente no es un ser humano.
Es parte de lo que se narra en estos dos cuentos. Como en el Rey Burgués se representa un modelo, una forma de pensar. La gente cree que la única forma de realizarse es a través del dinero. Quién gana más en menos tiempo es la mejor persona y no nos ponemos a pensar que hay otras y realmente mejores formas de autorealización. Este cuento es una crítica a la burguesía, un hombre rico que gasta el dinero en cosas que el cree que son arte y mas importantes cuando no lo son y cuando tiene a un artista de verdad no lo aprecia y lo deja morir fría y trisitemente.
Y asi pasa aún en nuestros días, no se aprecia el trabajo de los artistas.
Y en el Pájaro Azul tambien es la historia de un artista, un poeta que vive para el arte y hasta tiene su musa, Nini. No es un hombre con grandes cantidades de dinero pero eso no es lo mas importante, duele mas cuando a fuerza quieren otras personas que deje esas "Locuras". Ante s situación, Garcín el poeta decide suicidarse para dejar libre a ese pájaro azul, asi llamaba a la inspiración. "
Mas o menos asi fue lo que nos dijo mi maestra pero en ese momento fue tan emotivo y hermoso que cuando termino la maestra el grupo entero le aplaudio a la maestra.
Y me siento muy feliz de estar en area 4. Me repiten constantemente que voy a morir de hambre. Ya veremos.
Lamentablemente mucha gente no entiende el arte, no lo aprecia y creen que lo único importante es el dinero y es la única manera de llegar al exito. Yo creo que no.
Pues he descubierto mi vocación, pues asi como las ciencias naturales y exactas uno de sus objetivos es entender la naturaleza y lo que nos rodea para poder controlarla y aprovecharla a nuestro favor, las ciencias sociales, humanidades y artes lo que hace es comprender al ser humano, lo que somos y como nos desenvolvemos y esto a través de diferentes disciplinas.
¿El arte no sirve? ¿de verdad se imaginan un mundo sin pintura, sin música, sin arquitectura, sin color, sin nada que sea sensual?
El arte es parte esencial del ser humano y quien no entiende al arte, no es humano.
Un Saludo a la maestra Maycott por sus excelentes clases.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario